Chego, el aviador que se redimió entre sillas

No todos los actos de grandeza ocurren en el aire, algunos tienen lugar en tierra firme, con una fila de sillas y una brújula en mano. Hoy quiero rendir homenaje a uno de los actos más singulares de disciplina que he presenciado en mi carrera como Oficial Técnico de la 101ª División.

Tras una acción cuestionable durante un examen de vuelo, el aviador Chego recibió una orden correctiva directa de la Coronel Hauser: alinear una docena de sillas metálicas en línea recta, perfectamente orientadas hacia el sur. Sin margen de error. Sin excusas. Sin vuelo hasta nuevo aviso.

Lo que siguió fue más que una simple ejecución de órdenes. Chego no solo cumplió la tarea: la transformó en una obra maestra de precisión militar. Cada silla estaba perfectamente alineada como si hubiera sido colocada por un satélite orbital. En su rostro, concentración absoluta. En sus manos, honor restaurado.

"Cuando vi las sillas... me quedé en silencio. Aquello era geometría militar. Aquello era obediencia con dignidad. En ese momento supe que había recuperado el derecho a volar."
– Petrenko, Oficial Técnico 4.º

Tomé una decisión que aún podría costarme un informe disciplinario: le levanté el castigo. Chego despegó minutos después, con el mismo caza que días atrás había bajado sancionado. Pero esta vez, lo hizo con honor. No por rebeldía, sino por redención.

Las sillas aún están ahí. Permanecen como un pequeño monumento improvisado al orden, la obediencia y la segunda oportunidad. Que sirva de lección para toda la División: la disciplina también se demuestra en las pequeñas cosas... incluso alineando sillas bajo el sol afgano.

– Petrenko
Oficial Técnico 4.º, 101ª División de Operaciones Especiales